Volcanes activos
Son
aquellos que entran en actividad eruptiva. La mayoría de los
volcanes ocasionalmente entran en actividad y permanecen en reposo la
mayor parte del tiempo. Para bienestar de la humanidad solamente unos
pocos están en erupción continua. El período de actividad eruptiva
puede durar desde una hora hasta varios años. Este ha sido el caso
del volcán
de Pacaya, o el Irazú. No se ha descubierto aún un método
seguro para predecir las erupciones.
Volcanes durmientes
Los
volcanes durmientes son aquellos que mantienen ciertos signos de
actividad como lo son las aguas termales y han entrado en actividad
esporádicamente. Dentro de esta categoría suelen incluirse las
fumarolas y los volcanes con largos períodos en inactividad entre
erupción. Un volcán se considera durmiente si su última erupción
fue en los últimos 25.000 años.
Volcanes extintos
Artículo
principal: Volcán
extinto.
Los
volcanes
extintos son aquellos que estuvieron en actividad durante
períodos muy lejanos y no muestran indicios de que puedan
reactivarse en el futuro. Son muy frecuentes, aunque la inactividad
que las describe puede reactivarse nuevamente en muy raras ocasiones,
estos volcanes generalmente han dejado de mostrar actividad desde
hace muchos siglos antes de ser considerados extintos.
La
actividad eruptiva es casi siempre intermitente, ya que los períodos
de paroxismo alternan con otros de descanso, durante los cuales el
volcán parece extinguido (Vesubio,
Teide, Teneguía,
Fuji, etc.).
Consiste en el desplazamiento de las rocas ígneas o en estado de
fusión, desde el interior de la corteza terrestre hacia el exterior.
Estos materiales salen a la superficie terrestre como si fueran ríos
de rocas fundidas, conformando un volcán activo, al impulso de los
gases.
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